28/6/08

Lecturas para la ministra

Supongo que habréis oído las declaraciones de la Ministra de Igualdad acerca del uso del velo. Yo no sé demasiado sobre el tema, pero creo que a Bibiana Aído le vendría muy bien leerse dos tebeos en cuestión. Uno El caso del velo, de Petillon, una divertidísima sátira acerca del monumental lío que tiene en Francia con el "hiyab", el "burka" y el "chador". Y el otro es El fotógrafo, de Guibert y Lefèvre, en el que -en el segundo volumen- hay una interesantísima conversación entre los protagonistas sobre las razones que llevan a las mujeres musulmanas a cubrirse de pies a cabeza.


21/6/08

Desde Babelia

El ejemplo perfecto de lo que comentaba en la última entrada lo tenemos hoy en la sección "Sillón de orejas" de Babelia, el suplemento cultural de El País. Rodríguez Rivero habla a menudo sobre tebeos, y su criterio, para mí, tiene cierto peso. Sin ir más lejos Fun home también me ha parecido uno de los mejores cómics de lo que llevamos de año. Recomendar no hace daño a nadie.

18/6/08

Ayer me compré tres cómics

"¿Y a mi qué?", diréis. Bueno, pues no sé... este es mi blog y me apetece explicar (a todos los interesados, si es que los hay) las razones que me empujaron ayer a agenciarme tres bonitos tebeos que pretendía desde hace ya unos días. Aquellos que, como yo, vivís en ciudades medias donde la presencia de librerías especializadas no es habitual, sabréis que es difícil adquirir las novedades cuando acaban de salir al mercado. Yo por ejemplo suelo pasearme por dos de las librerías (normales y corrientes, para entendernos) que hay en mi ciudad, y que suelen tener una limitada, aunque acertada, selección de material. Lamentablemente las novedades, como digo, suelen tardar unos cuantos días, eso si están editadas por Norma, Planeta, Glénat, Astiberri o La Cúpula, aunque de éstas tampoco llegan todos los títulos, y si hablamos de cosas más minoritarias ya ni os cuento. Sin ir más lejos tengo todavía pendientes de comprar el ejemplar de la revista Mondo Brutto donde salía la entrevista com Beà, Las aventuras de Cacauequi, o el último tomo de Peanuts.

Bueno, pues ayer pasé por uno de esos establecimientos y me hice con el número dos de Lost Girls, además de Sky Masters of the Space Force, y de El judío de Nueva York; en resumen, la segunda entrega de una miniserie de la que todavía no he leído el primer tomo, la recopilación de unas tiras de prensa que sólo conocía por reseñas concretas en algun texto biográfico sobre Kirby, y una novela gráfica de un autor, Ben Katchor, del cual sabía gracias a la magia de internet y a algún que otro artículo sobre la que al parecer es su obra cumbre, Julius Knipl. ¿Qué oscuras razones me empujaron entonces a gastarme más de sesenta euros con referencias tan peregrinas? La explicación es bien sencilla, me he fiado del criterio ajeno, me he fiado de lo que han dicho otras personas que saben bastante más que yo, y con las que suelo coincidir en cuestión de gustos.


Con Lost Girls no había demasiadas dudas. Considero a Alan Moore uno de los mejores escritores de la historia del medio, al menos dentro de la vertiente que él cultiva (otro día me explicaré mejor, pero creo que es muy difícil comparar el trabajo de Moore con, por poner un ejemplo, Charlier, otro de los grandes, ya que sus motivaciones, sus anhelos, sus objetivos como guionistas son muy diferentes), así que no tuve que pensármelo demasiado. Las dudas me asaltaban con los otros dos cómics. He de reconocer, con las mejillas enrojecidas, que al acabar el año, cuando se multiplican las listas que recojen los mejores tebeos publicados, me cabreo mucho si no conozco todos y cada uno de los cómics que se nombran, al menos en las listas de aquellos críticos/teóricos/periodistas con los que me identifico. Me pasa lo mismo con las películas. Suelo leerme las críticas de El País de los viernes, consulto los cuadros de estrellitas del Fotogramas y del Magazine de El Mundo, y me fio bastante del criterio de gente como Jordi Costa, Jaume Figueres, Nuria Vidal o Manuel Hidalgo, sabiendo de qué pie cojea cada uno de ellos, cuales son sus preferencias, y qué aspectos de las películas valoran más.



Lo reconozco: el dibujo de Kirby para Sky Masters me gustaba pero me acabé de decidir por la reseña que hizo Pepo Pérez el otro dia; tenía mucha curiosidad por leerme El judío de Nueva York, pero fueron cruciales las palabras del propio Pepo y de Álvaro Pons. Y porqué no me iba a fiar si gracias a ellos, y a gente como Santiago García (alias Trajano Bermúdez) o Pepe Gálvez, he descubierto historietas que me habrían pasado desapercibidas. También me he llevado decepciones gordas siguiendo las recomendaciones de unos y otros; me vienen a la cabeza Kiki de Montparnasse o La voluptuosidad. No estoy diciendo por lo tanto que las reseñas positivas de determinadas personas me lleven, con los ojos cerrados, a agenciarme el cómic en cuestión, o a no comprármelo en el caso de que a ellos no les haya gustado. Tampoco estoy responsabilizando a los demás de mis desaciertos, que cada palo aguante su vela, como decía José Mª García. Tengo mi propio criterio, gracias a Dios, mis propios gustos, mis propias inquietudes. Sólo digo que la palabra de la crítica (siempre que ellos se entiendan así, como críticos) es útil para los aficionados, es necesaria. Allá cada cual con lo que haga con ella.

12/6/08

¿Podemos?

Cada dos años toca un Mundial o una Eurocopa. Eso significa que las tiendas de electrodomésticos empiezan a regalar televisores si España llega a la final, significa también que Babelia le dedicará su portada a la relación del fútbol con la literatura, y que Marca y todos los programas deportivos de la radio (desde largueros hasta tirachinas), después de haber dado la murga al personal y de haber vendido mucho humo, además de muchos periódicos y minutos de publicidad, empezarán a maldecir al seleccionador de turno si no pasamos de cuartos. Para no ser menos un servidor, llevado por el fervor patriótico del 4 a 1 contra los rusos, desea ceder su espacio al deporte rey. ¿Y qué mejor manera de hacerlo que buscar los tebeos balompédicos que más me hayan gustado? Yo no conozco otra.

Empecemos con El año que fuimos campeones del mundo de Ulf K., el primer tebeo que se editó en castellano de este dibujante germano. Un breve y simpático relato nostálgico que rememora el verano de 1974 cuando la República Federal de Alemania, selección anfitriona de la fase final, se proclamó campeona del mundo. Aquí el balón es una mera excusa, pues los temas importantes son otros: la inocencia, la belleza de las cosas sencillas, la importancia de la amistad en los años de colegio, una serie de ideas muy bien apuntadas, sin mayor ambición.


Otra lectura futbolística altamente recomendable es un clásico hoy tristemente olvidado: Pepe el hincha del simpar Peñarroya. En la época en la que nace este personaje, la década de los sesenta del siglo pasado, el fútbol en España era un auténtico fenómeno de masas; estamos hablando de los años en los que el Real Madrid empezó a ganar Copas de Europa, cuando el propio combinado nacional se llevó el único título de toda su historia, si no contamos las medallas olímpicas, claro. El fútbol podía servir al régimen franquista para entretener al ciudadano de pie, de acuerdo, pero también determinados movimientos sociales y políticos convirtieron los estadios en lugares donde reivindicar determinados derechos inexistentes por estos andurriales. Pepe el hincha, que ejerció de árbitro, de directivo e incluso de jugador, no fue el único personaje de historieta relacionado con el balompie, pero sí el más divertido, relamido y sufrido de todos. Mira que recibió pedradas y patadas, y ahí siguió animando al F. C. Pedrusco de sus amores. Un precedente directo de Curro Córner y Pepenalti.

Para el final he dejado el más impactante de todos. No es precisamente un gran tebeo, me atrevería a afirmar incluso que es bastante flojo, y que no ha resistido demasiado bien el paso del tiempo, sin embargo en sus páginas se oye el clamor del público y se aprecian al milímetro las estrategias de los entrenadores. Su título: Eric Castel, obra de Raymond Reding y Françoise Hugues, una serie que alcanzó los quince álbumes, más un especial fuera de colección, entre 1979 y 1992. Importada a principios de los ochenta por Grijalbo conoció un significativo reconocimiento en Cataluña ya que Castel, una futbolista de gran calidad, era jugador del F. C. Barcelona (después fichó por el PSG, pero allí sólo duró dos temporadas, y rápidamente volvió al Camp Nou). Es el tebeo que mejor ha reflejado la dimensión deportiva del fútbol, así como la tensión que existe sobre el cesped en los partidos importantes. Por desgracia el peso de los guiones solía descansar sobre historias de misterio con un grupito repelente de niños que fastidiaban a menudo la fiesta. A partir del mes de julio Norma Editorial tiene la intención de reeditarla al completo, ahi veremos si Castel sigue en forma.

10/6/08

La primera historieta de Superman

El pasado 8 junio Superman cumplió 70 años y a mí se me ocurrió volver a hojear estas páginas.



Ésta fue, en efecto, la primera historieta de Superman (perdón, Supermán) que leí. "Las nuevas vidas de Supermán" era su título, y fue editada en castellano por Editorial Novaro con fecha de 30 de julio de 1975. Como era costumbre de la casa los autores no estaban acreditados, aunque en ejemplares posteriores que todavía conservo -de 1977 en concreto- sí aparecen los nombres del guionista y del dibujante al menos.
El relato arranca con una situación típica: el Hombre de Acero se ha encontrado un extraño recipiente que contiene "una sustancia de terribles efectos" y sin perder ni un minuto acude hasta el cuartel secreto más cercano (para él evidentemente no es secreto) para entregarlo a las autoridades militares. A renglón seguido dichas autoridades se dedicarán a experimentar con la dichosa sustancia para averiguar cuáles son sus componentes, y pese a lo arriesgado del asunto no se les ocurre otra cosa que invitar a la prensa cuando están en medio de una de esas pruebas científicas. Como no podía ser de otra manera se produce un accidente en plena demostración y Clark Kent se queda ciego (o eso quiere hacer creer a sus congéneres). Debido a su nueva condición ya no puede ser periodista, así que cambia de identidad secreta y busca nuevos empleos: primero de mayordomo (con bigote), y más adelante como locutor de radio (con monóculo) en Londres.
No acaba ahí la cosa, pero los capítulos siguientes van por los mismos derroteros. Todo muy surrealista, con un tono a medio camino entre la comedia y la historieta de aventuras; planteado, desarrollado y concluido en un suspiro, sin dar casi tiempo al lector a asimilar la enorme cantidad de acontecimientos que se van sucediendo. Otros ya lo han explicado mejor que yo, pero el aroma de estos viejos tebeos es en cierto modo indescriptible, muy ingenuo, muy agradable. Estoy deseando que la edición completa de Action Comics que tiene entre manos Planeta llegue a la década de los cincuenta, puede ser bien bonito.
¡Ah! y de complemento Tomás Mañana.

6/6/08

Esperando a Corben

Corben, Richard Corben. De él se está hablando mucho y muy bien esta semana, cuando se cumplen cuarenta años desde su debut. La propuesta ha surgido del blog de Jeremy Brood, y poco a poco se han ido incorporando diferentes opiniones, la de Álvaro Pons, la de Pepo Pérez, la de Rafael Marín, la (curradísima) del tio Berni, etcétera, etcétera. Aproximaciones a la obra de Corben desde diferentes puntos de vista, primando en algunos las emociones lectoras, en otros la nostalgia y en la mayoría el análisis de los títulos más destacados (Bloodstar, Vic and Blood, Den, Mundo mutante).


He asistido a ese repaso con cierta envidia, y mucha vergüenza. ¿Os podéis creer que la primera historieta que leí de Corben fue su colaboración en aquel panfleto bienintencionado titulado Heroes for hope? Recuperé con mucha suerte, y mucha pasta, la segunda y la tercera entrega de la saga de Den, y leí de prestado, con años de retraso, algunas de sus grandes obras. Y después... Hulk: Banner, Hellblazer, Cage, La casa en el confín de la tierra. Algunos verdaderamente dignos, otros meramente alimenticios. Y ahora La guarida del horror, un trabajo irregular, como cualquier antología (sí, ya lo sé, esa es una frase hecha usada en mil y una reseñas). Eso habla bien a las claras de mis conocimientos acerca de él, escasos, desperdigados, desordenados, incompletos. Sigo esperando a Corben, al verdadero Corben, todavía no he tenido el placer de conocerle en condiciones.

A por el premio


Ayer mismo se hicieron públicas las bases del Premio Internacional Fnac-Sinsentido de Novela Gráfica, una convocatoria nacida en 2007, cuando el premiado fue el excelente ilustrador argentino Jorge González. Aquí podéis consultar los requisitos de entrega. Quedan más de cinco meses, pero hay que ponerse a trabajar ya. Yo me presentaría, pero... ¿quién me hace los dibujitos?

2/6/08

By Vázquez

En el suplemento Domingo de El País perteneciente al pasado 1 de junio apareció un pequeño artículo de Enric González dedicado a Manolo Vázquez, el creador de, entre otros muchos, "La abuelita Paz" o "Anacleto, agente secreto". No es la primera vez que González dedicada su sección a un dibujante de historietas; no hace mucho describió las virtudes de Bill Watterson, por ejemplo. Sin embargo en esta ocasión lo hizo de un modo diferente, de un modo más personal, básicamente porque Vázquez forma parte de sus lecturas de infancia, y eso marca, y mucho, y también porque su padre (el de Enric González, me refiero) trabajó en la editorial Bruguera. Como no podía ser de otra manera, en dicho artículo se comentaban algunas de las leyendas sobre el gran dibujante madrileño, desde su relación con los acreedores hasta alguno de los negocios que montó, mitos y rumores que nos presentan a un Vázquez pícaro, caradura y aprovechado, el mismo que protagonizaba aquellas divertidísimas "Historias del Tio Vázquez" o que vivía en lo más alto de "13 Rue del Percebe". Las anécdotas sobre este vividor darían para mucho si alguien se atreviera a glosarlas.


En 2005 apareció bajo el paraguas de Sins Entido un interesante librito de Enrique Martínez Peñaranda sobre la carrera de Vázquez, incluyendo pequeñas reproducciones de sus primeros trabajos. Son recientes también los trabajos de Antoni Guiral alrededor de la Escuela Bruguera (me gusta mucho esa denominación de origen, aunque toda generalización sea incorrecta) en los que se incluye un certero análisis de la figura y el genio de dicho historietista. Aproximaciones muy interesantes que apuntan lo que podría ser una gran biografía. Me encantaría que del mismo modo que Pierre Assouline se atrevió con un mito como Hergé, o David Michaelis con un referente como Charles Schulz (¿se publicará algún día en castellano?), alguno de nuestros historiadores se acercara con paciencia y tino al padre de las Hermanas Gilda.