29/10/08

1908 - 1958

¿Hay alguien ahi? No sé muy bien si todo lo que aquí expongo lo lee alguien, aparte de mí, claro. Al no ser un blog comiquero centrado en las novedades ni en las noticias pues aporta más bien poco, viene a ser un rinconcito donde hablo (casi) solo. En fin, eso no impedirá que siga escribiendo sobre tebeos siempre que me venga en gana, y si el resultado es o no interesante pues que lo juzguen los demás.

Los lectores de historietas no podemos obviar que detrás de nuestro vicio, nuestra afición, existe un componente nostálgico ciertamente importante. Y hoy, llevado por ese sentimiento, me asomo a mi tribuna para conmemorar dos aniversarios que merecen celebración pública, y también privada. El primero, el centenario del nacimiento de Josep Escobar, el popular responsable de Zipi y Zape, Carpanta o Petra, criada para todo. Escobar era, para mi, uno de los pilares de las revistas Bruguera que consumiamos en familia (el otro, como no, era Ibáñez). Eso no significa que fueran estos mis dos autores favoritos. De hecho Raf, Segura, Jan, Vázquez o Fresno (el de Benito Boniato) me gustaban bastante más. Sin embargo Escobar era una presencia constante en cualquier cabecera de la editorial. Reconozco que de entre sus creaciones prefería a los personajes menos populares, entre otras cosas porqué Carpanta y los hermanos Zapatilla (los hijos de Don Pantunflo, vamos) me sonaban reiterativos. El primero siempre hambriento, soñando con pollos y bocatas, y los segundos obsesionados con el futbol y con eludir el cuarto de los ratones. Con el tiempo, descubrí que tanto uno como los otros eran consecuencia lógica de la posguerra, y leyendo ejemplares antiguos de Pulgarcito conocí el verdadero carácter del universo de Escobar. También me ayudó, y mucho, el libro de Joan Manuel Soldevilla El pare de Carpanta i Zipi y Zape.

Se cumplen también ahora cincuenta años desde la primera aparición de Los pitufos, la obra maestra de Peyo. Sí, obra maestra, ni me he equivocado ni exagero. Obra maestra del tebeo juvenil, claro. Como Spirou y Fantasio, como Tintín, como Astérix. Junto con Las aventuras de Johan y Pirluit (magníficos El sortilegio de Malasombra o El anillo de los Castellac), los álbumes de Los Pitufos realizados por Peyo -dejemos de lado los producidos tras su fallecimiento-, son un ejemplo excelente del buen tebeo para menores. Son divertidos, entretenidos, trepidantes y críticos. A mí, en concreto hay uno que me alucina cada vez que lo releo. Es Pitufo verde y verde pitufo, o hasta donde puede llegar la estupidez de las personas. Y le tengo especial aprecio porque lo considero el mejor ensayo para entender el absurdo conflicto lingüístico que se vive, de vez en cuando, en Valencia a propósito del valenciano y el catalán.

23/10/08

Premiando

Bueno, faltan más o menos dos meses para que cerremos 2008, y como viene siendo habitual ya se empiezan a anunciar premios y nominaciones. A mediados de septiembre, por ejemplo, conocimos la lista de galardonados por "la crítica", entre ellos Toni Guiral, o Paco Roca y su Arrugas, un buen cómic, sin duda, pero cuya acumulación de galardones habla bien a las claras del déficit de la producción tebeística nacional.


Hace una semana, más o menos, también se hicieron públicos los ganadores de los premios Haxtur (¿cuantos de éstos tendrá ya José Luis García-López?), y ayer mismo supimos cuáles son las nominaciones para los premios Expocómic. Tras la selección del jurado les toca el turno ahora a los los aficionados que tendrán que elegir a sus favoritos en esta página. Yo ya he votado, y lo he tenido bastante claro, la verdad.
Como mejor obra nacional he optado por María y yo, aunque no he leído ni el trabajo de Max Vento ni la última entrega de Los Reyes Elfos. También he elegido a Gallardo como guionista a la espera de La cuenta atrás, pues -conociendo los títulos anteriores de Portela, sobre todo Impresiones de la isla- seguro que es más que interesante. De entre los dibujantes he seleccionado a Ibáñez, aunque aquí no lo tenia demasiado claro (Martín y Aja me han sorprendido agradablemente), y para autor revelación al ilustrador de la estupenda La tempestad, Javier Peinado. Por cierto ¿cómo no le han caído más nominaciones a este tebeo?¿Y qué hay de Café Budapest?¿Y de Buñuel en el laberinto de las tortugas?


Las categorías internacionales son arena de otro costal. Para empezar hecho en falta varias obras excelentes, empezando por Fun home, o Reyes disfrazados, y acabando por Mi mamá está en América y ha conocido a Buffalo Bill. De hecho la gran mayoría de guionistas y dibujantes pertenecen al mainstream superheroico, y exceptuando Lost girls y RG, lo mismo pasa con los títulos nominados. Cosas del jurado.

Por último, y tras votar por Adobo como fanzine -él único que he podido hojear-, he elegido Con C de arte como mejor web. Y lo he hecho pese a guiadelcomic.com y entrecomics.com, ambas magníficas. Y lo he hecho por entradas como ésta, o como ésta, o como ésta. Con C de arte es la web que me gustaría hacer a mi.

15/10/08

Ni señal ni ruido

Hace algunos años colaboré regularmente en la fenecida http://www.laguiadelcomic.com/, una interesante página web nacida a partir de la experiencia previa de la revista Volumen. Mi principal contribución era en la sección de reseñas, en la que debía valorar diferentes novedades editoriales, puntuándolas y exponiendo porqué las consideraba buenas lecturas, o porqué no. Pese al excelente modelo que suponían los escritos de algunos de mis compañeros de redacción, por denominarlos de alguna manera (gente como Luis J. Menéndez, Álvaro Pons, Alfons Moliné o Breixo Harguindey), no siempre me resultó fácil justificar el número de estrellitas (de cero a cinco, creo recordar) que le asignábamos a cada obra. Y no resultaba sencillo porque en ocasiones no sabía muy bien -y sigo sin saberlo- cómo expresar el motivo, o los motivos, por el que un cómic determinado me atraía o me repugnaba, me gustaba o me dejaba indiferente. ¿Es el dibujo?¿es el guión? Un buen crítico, y la palabra en sí no tiene nada de peyorativa, aceptémoslo ya de una vez, posee capacidad y conocimientos suficientes para explicar qué encuentra de positivo entre las páginas de un tebeo, dejándo de lado en la medida de lo posible sus filias y fobias personales.



Ayer mismo leí la última página de Señal y ruido, una de las primeras colaboraciones entre Gaiman y McKean. Con anterioridad, y pese a tratarse de obras posteriores cronológicamente, había disfrutado de su trabajo en Casos violentos, Mr. Punch o, por supuesto, Sandman, así que se puede decir que estaba predispuesto a que este nuevo título me gustara igualmente. Sin embargo la cosa no ha ido demasiado bien. Casi desde el principio me he sentido totalmente desconectado, como a cientos de kilómetros de lo que me estaban contando. Para empezar, la historieta previa incluida como extra no la entendí, no me enteré de nada, o de muy poco, y durante su lectura tuve la sensación de que las ilustraciones de McKean tenian poco que ver con los textos. No sucede lo mismo en el resto del libro, es cierto, ahí sí que fluye la colaboración entre ambos, aunque de manera un tanto irregular. Mientras que los monólogos del protagonista, y sus conversaciones telefónicas, es decir, su relación con el resto del elenco, me resultan interesantes (la aceptación de la enfermedad, la superación de la misma a través del trabajo creativo), no sucede lo mismo con el reiterativo guión cinematográfico que el propio personaje está escribiendo. Que si el Apocalipsis, que si el fin de la vida, que si el más allá, todo muy trascendental pero muy aburrido, muy evidente. En algún momento determinado me perdí y a partir de ahí el resto de la lectura fue cuesta abajo.
Bien, pues aquí quería llegar yo, a este punto. ¿Quién tiene la culpa de esa lectura fracasada -para entendernos-? ¿Yo, que no he sabido captar aquello que pretenden transmitirme los autores? ¿O Gaiman y McKean? Señal y ruido no está mal dibujado, ni tampoco mal escrito, parte de una idea que me interesa, que es suficientemente atractiva. ¿Dónde está el problema? Seguiremos pensando en ello.